Jan 3, 2007

La Torta (cómo simplificarse la vida)



La torta. Comida emblemática de la Ciudad de México por excelencia. Es también una muestra del ingenio del mexicano ante la escasez de tiempo y una rápida solución para matar el hambre en pocos minutos. Lo mejor es que no ha perdido la batalla contra las transnacionales ni sus desabridos y “glamourosos” paquetes fast food como le llaman algunos. La torta es representante del imaginario colectivo de nuestra sociedad formado por quesadillas, tacos, gorditas de chicharrón y tlacoyos, por mencionar algunos antojitos “esquineros”.


Existen varios tipos de torta, desde las clásicas “guajolotas”, de tamal verde, hasta las más extrañas, pero no por eso menos socorridas, tortas de plátano. Sin temor a equivocarme puedo asegurar que todo mexicano ha comido, lo hará mientras viva, una torta. Pero antes de adentrarnos en la teoría de la torta perfecta, definamos este fenómeno.


El pan. Componente principal del platillo, es este ingrediente el que distingue a una torta de cualquier otro platillo. Debe ser Telera, la que esta dividida en tres partes, o Bolillo, que se caracteriza por tener una ovoide y abombada en el centro. Generalmente, el pan esta hecho a base de harina de trigo, huevo, sal, levadura y leche. Esta mezcla se amasa y se hornea. Dicho proceso dota a la pieza de pan de un exterior duro y crujiente (Corteza), pero de consistencia suave y moldeable por dentro (Migajón).


Bien, tenemos el pan. El siguiente paso es cuestionarnos: ¿De qué haremos nuestra torta? El único límite para la elaboración de nuestra torta es la creatividad y el antojo y, sí acaso, el tamaño del pan que delimitará la cantidad de los ingredientes. Sin embargo, y para fines prácticos, tomaré como ejemplo una receta personal.


La base. En esta parte del pan se unta el aderezo, hay que señalar que se debe cortar a lo largo y a la mitad, así como eliminar los extremos del pan. La recomendación articular es usar ingredientes de consistencia firme, pues de lo contrario se humedecerá el pan, e inevitablemente se deshará la base de la torta, ensuciándonos. Dicho aderezo puede ser mayonesa, crema, mantequilla, mostaza o frijoles refritos, es a su gusto claro está. Particularmente elijo uno agridulce, hecho de yogurt natural, mostaza y un poco de miel.


El relleno. Hay quienes dicen que prefieren la forma al fondo, claramente no han comido una buena torta… Diversos pueden ser los ingredientes: Un tamal, chilaquiles, carnitas, suadero, carne al pastor, jamón, queso de puerco, aguacate, milanesa, huevo, salchicha, pierna, camarones, queso Oaxaca, queso blanco, salpicón de res, plátano, mermelada, miel, cajeta, bistec, pollo, o bien, combinar cualquiera de estos elementos y más. En el ejemplo, usaremos una arrachera de res asada, salpimentada y con un poco de estragón.

El acompañamiento. De la misma forma en la que un platillo o guisado es servido con una guarnición, una torta también. Claramente debemos complementar el relleno con un ingrediente acorde, que realce el sabor y lo complemente. Por ejemplo: Una torta de suadero, carnitas o “al pastor”, será bien acompañada con cebolla y cilantro finamente picado y salsa de nuestra elección. Siguiendo los mismos preceptos, la torta de chilaquiles será bien acompañada por crema, queso blanco y cebolla.


Una guarnición muy socorrida es la verdura. Sea de jamón con piña (“Hawaiana”), pierna, longaniza o de todo (“Cubana”), lo normal es cebolla, aguacate, jitomate y chile jalapeño o chipotle. Para seguir con mi receta predilecta; una rebanada generosa de queso Manchego, hojas de lechuga, bien escurridas, cebolla y jitomate en rebanadas.


La tapa. Por la naturaleza de esta parte del pan, es necesario seleccionar ingredientes livianos y que se caractericen por su viscosidad y capacidad de adhesión a las paredes amigajonadas del pan. La gravedad es un fenómeno natural que hará caer el ingrediente si es muy pesado, por lo tanto se sugiere algún aderezo complementario o así, solita, como se hace en la receta propuesta.


¡Por fin! Hemos terminado nuestra torta, siguiente paso: disfrutar. Sí, no hay nada mejor que una torta preparada en casa, higiénica y a tu gusto, con los ingredientes de tu elección. Sin embargo, una torta casera nunca sabrá igual que una callejera, podrá tener mejor y distinto sabor, pero nunca igual. Sí a lo anterior agregamos la falta de tiempo, y modo de vida del mexicano, la sugerencia natural es un puesto de tortas.


“El Cuadrilátero”, ubicado en Luis Moya 43 casi esquina con Artículo 123, ofrece excelentes combinaciones y diversos tamaños. La especialidad del lugar: Torta Gladiador, con huevo, salchicha, jamón, pierna, queso y bistec, mide 40 centímetros y pesa más de un kilogramo. El reto: Sí te la terminas en menos de 15 minutos es gratis. El plus de esta tortería es la atención personal, y por demás amable, del exluchador Super Astro.


Tortas Robles, localizada en frente de la Plaza Solidaridad junto al Museo Mural Diego Rivera, ofrece tortas caseras a muy buen precio. La sugerencia: Jamón con quesillo, pastel de pollo y aguacate. Esta tortería, antes ubicada en la plaza José Martí, tiene más de tres generaciones de experiencia en la preparación del folclórico fast food.


En la esquina de Colón y la lateral de avenida Reforma, se encuentra Tortas Armando´s. Dicho establecimiento es señalado por cronistas urbanos, e historiadores, como el lugar donde fueron inventadas las tortas tal y como se conocen en la actualidad. El origen se remonta a 1892, cuando Armando Martínez popularizó la comida.


También existen las torterías de la esquina. Puestos de lámina con planchas calientes donde trabajan dos o más personas. Aquí, independientemente de su ubicación o nombre, venden combinaciones y formulas ya probadas: La Cubana (con todos los ingredientes), La Trevi (milanesa, salchicha y huevo), La Hawaiana (jamón, piña y quesillo), La Suiza (combinación de quesos Oaxaca, blanco y amarillo), La Niurka (pechuga de pollo, pierna y quesillo) entr otras tantas. Son excelentes por su común cercanía y rapidez en el servicio.


¿Cómo acompañar una torta? Un refresco es el compañero por excelencia a la hora de la comida. Por la mañana un jugo o un licuado en el puesto, siempre hay uno cerca de las “Super tortas gigantes”, en la mañana o un agua de melón, alfalfa o de fresa. Para la “guajolota” nada mejor que el atole de arroz o el champurrado. Sólo no sean de los ingenuos que acompañan su torta con refresco dietético, de lo contrario serán objeto de chistes y burlas.


Por último, cuando terminen su torta, procuren desalojar rápidamente el lugar para dejar paso a más comensales apurados. Como dice el viejo dicho: “Ya comí, ya bebí. Ya no me hallo aquí.”

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?


Por alguna extraña razón la ciencia ficción, cómo género literario, siempre ha sido menospreciada. Jules Verne padeció esta especie de intolerancia y con toda seguridad puedo decir que más de un crítico lo catalogó como desquiciado y que escribía bajo la influencia del opio.

Lo curioso de esto es que la misma ciencia ficción ha servido como referencia para el futuro. Los viajes espaciales y paseos lunares del autor francés descritos en sus obras, del siglo XIV, son antecedentes de las misiones de la guerra espacial a en la década de los sesenta. El régimen Nazi también fue predecido en sus libros, así como la bomba atómica, tanques de guerra y otras más. ¿Habrían existido esos artefactos sin la imaginación de Verne?

Del padre de la ciencia ficción, pasamos al ícono por excelencia: Isaac Asimov. Escritor y biólogo ruso nacionalizado estadounidense, el autor propone un futuro dónde robots (Palabra de origen checo, "robota", que significa servidumbre, trabajo forzado, o esclavitud.) y humanos coexisten de manera, hasta cierto punto, pacífica.

Los humanos construyen a los androides para servirles, realizan los peores trabajos y están regidos por las “Leyes de la Robótica”, creada por el mismo autor, en las que se establece que los autómatas protegerán la vida del ser humano ante todo.

Sí, la convivencia pacífica entre ambas partes suena linda, podría pecar de ingenua, y hasta utópica. Sin embargo, en un sistema de castas siempre habrá una rebelión de los sectores inferiores, en este caso los robots. El ejemplo literario es “Yo, Robot” de Asimos donde el planteamiento central es la ejecución de la “Ley Zero”, “Un robot no debe herir a la humanidad, o pasivamente, permitir que la humanidad sufra daño”, al punto de aislar a los humanos para que ellos mismos no se hagan daño.

Como mencioné antes, la realidad supera a la ficción y en el Proyecto Universidad Milenio de las Naciones Unidas ya se examina la forma en la que humanos y robots se relacionarán en el futuro. Uno de sus escenarios de análisis, nominalmente puesto en el año 3000, fue llamado “La ascensión y caída del Imperio Robot”. Transcribo la situación planteada:

Los robots evolucionaron como los humanos y se volvieron filósofos, bufones, políticos, oradores, actores, maestros, acróbatas, artistas, poetas y pastores de los menos adeptos humanos. La sociedad tuvo un nuevo sistema de castas, y los humanos se convirtieron en una raza tolerada y de alguna manera menospreciada por las máquinas que pudieron desplazarlos y mejorarlos en cualquier medida de fuerza, vitalidad, velocidad y resistencia.

El argumento más importante hecho en la aplicación de la tecnología genética para mejorar el desempeño de los humanos mental y físicamente fue “nosotros tenemos que mantenernos a la par con los robots”.

Con los recursos escaseando, la selección natural y artificial comenzó a operar en una manera seria, distribuyendo los recursos disponibles entre aquellos entes que eran los más aptos para explotarlos, en su mayor parte, los robots. ¿Cómo pudieron los humanos retomar el control? La respuesta fue usar la ingenuidad humana, la creatividad, ocultismo, dedicación y distracción. Tomo algún tiempo, pero funcionó. Esto al final comenzó a estabilizar la población de robots.

Hasta ese punto, la ciencia ficción pinta un bonito futuro para la sociedad. En la época de la posguerra, y durante la guerra fría, el futurismo es una realidad y se convierte en el “American way of life”. Amas de casa sonrientes que sirven la cena a sus esposos que llegan rendidos después de una ajetreada jornada laboral. Dicho sea de paso, la comida fue preparada por un ejército de electrodomésticos autómatas. ¿Recuerdan a “Los Supersónicos”?

Es en esos años, 1955 específicamente, que se publica “Lotería solar”. El autor es un joven llamado Philip Kindred Dick, originario de EUA, que reniega de la sociedad norteamericana de la posguerra y lo refleja en su obra. Plantea futuros distópicos y decadentes donde el humano es el único causante de su desgracia.

Philip es a la ciencia ficción lo que Bukowski a la realidad. Personajes solitarios y desmoralizados que han perdido todo y cuestionan su propia existencia. Aman de mala gana y odian arrepentidos de hacerlo. Muy humano diría yo.

Desde pequeño, el autor tenia visiones. Como adulto, estas aumentaron considerablemente después de que DIck, bajo los influjos del pentotal sódico por la extracción de una muela del juicio, observó el dije de la chica que le entregaba las medicinas. La forma del colgante, a lo que él llamo “vesícula Piscis” era la vesica piscis, símbolo de los cristianos.

En ellas, tenía visiones de rayos láser y patrones geométricos. Después tenía visualizaciones de Jesucristo y la Antigua Roma. Incluso tenía una doble vida, según él, una como Philip K. Dick y otra como Tomás, un cristiano perseguido por los romanos en el siglo I DC. Aumentó la duración y frecuenta de éstas “revelaciones”, al punto de establecer contacto con una divinidad llamado VALIS (Vast Active Living Intelligence System), que usaba lo que él denominó un "estímulo desinhibidor" para predisponer a los sujetos a la comunicación, en su caso la vesícula Piscis.

El gran aficionado a las anfetaminas negó que sus libros fueran producto de ellas. Ganó algunos premios como el Hugo y el John W. Campbell Memorial, aunque no se reconoció su trascendencia en la literatura hasta después de su muerte en 1982.

Su obra es vasta y, cabe mencionar, es uno de los autores de ciencia ficción con más adaptaciones, de sus relatos y novelas, para guiones cinematográficos. “Total recall”, “Minority report”, “Paycheck” y “A scanner darkly”, esta última por estrenarse. Sin embargo, la más reconocida y, desde mi punto de vista, mejor lograda es “Blade runner” dirigida por Riddley Scott y basada en el libro, de 1968, “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”

Enero 3 de 1992. Rick Deckard, caza-recompensas, se levanta y tiene una breve discusión con su esposa. En ese futuro, nuestros estados de ánimo pueden ser manejados por un extraño invento llamado “Órgano de ánimos”. Con un botón podemos ir de “alegría” a “esperanza” para llegar a “ira”, pasando por “depresiones culposas” y la compleja “conciencia e las múltiples posibilidades que el futro ofrece y renovadas esperanzas”.

La Tierra ya fue devastada por la “Gran Guerra Terminal” y la mayoría de los sobrevivientes han escapado a las colonias lunares. El resto, los infértiles y “escoria humana”, se han quedado en este planeta post-apocalíptico y radioactivo donde debes usar protectores genitales de plomo por la radiación.

La vida es terrible y amenazadora. Las formas de vida vegetales murieron y con ellas muchas especies animales. Afortunadamente existen las réplicas de estos y puedes comprar una serpiente, un búho o una oveja eléctrica que, de no ser por las entrañas, jurarías que sabe deliciosa como barbacoa.

En este muy probable futuro, donde el gobierno pasa a niveles irrelevantes y las grandes corporaciones transnacionales tecnológicas mandan, también se replican humanos. Los “replicantes” son robots creados a imagen del ser humano. Desempeñan las peores labores aquí en el planeta como en las colonias lunares. Mineros, meseros, prostitutas y demás ocupaciones. Son la minoría del futuro.

Llega un momento en todo sistema de castas en el que los niveles “inferiores” se rebelan. Roy Blaty es un replicante modelo “nexus-6”, lo más avanzado en droides que ha fabricado la Rosen Co. Dotados de fuerza superior a la humana y diseñados por encargo, son capaces de manifestar emociones y sentimientos, mucho más de lo que podría hacer un “nexus-5”.

Así pues, Blaty encabeza la huída, de la Luna, de algunos androides con la intención de reunirse con su creador y que les de más tiempo de vida. En el trayecto un humano muere y es ahí cuando Rick Deckard entra en acción. Sí, ese es su oficio: rastrear y retirar andrillos (término despectivo similar al “nigger”) infractores de la ley.

Quizá, la descripción no es el mayor mérito del libro, pero sí lo es la facilidad con la que te envuelve en el ambiente de la distopía. Desde los primeros capítulos te recuerda a las novelas policíacas y “film noir”, de los años cuarenta, aderezadas con luces neón donde Humprey Bogart era el antihéroe. ¿Y la dama en problemas que busca la ayuda, y brazos, del protagonista? Rachel Rosen.

Durante la investigación, y como favor personal, Deckard visita las instalaciones de la Corporación Rosen. Ahí debe determinar las diferencias entre un humano y un “nexus-6”, la prueba Voigt-Kampff será aplicada a Rachel Rosen. ¡Dios! Él sabe que es una replicante y no le importa, se enamoró de ella desde que la vió y por eso tardo tanto en aceptar que no era humana.

Definitivamente, se pueden tener relaciones sexuales con un robot y es más, se puede recrear ese ambiente romántico, pero ¿Cómo amar a un robot? ¿Se puede enamorar uno de algún robot? la empatía es necesaria para que surjan ambos sentimientos. Un andrillo no la conoce, nunca ayudaría a una tortuga boca arriba, bajo el sol. Quizá, los únicos seres por los que un replicante siente empatía son otros replicantes.

Deckard ha comenzado a cuestionarse acerca de su existencia. ¿Será posible qué el sea un replicante? Sólo eres capaz de reconocer en otras personas, lo que ves en ti. Él es capaz de sentir alegría, de comer y reflexionar, incluso, y como dije antes, de enamorarse y amar, dejando en entredicho al amor como signo inequívoco de humanidad.

La ciencia ficción esta prohibida, curiosamente. La interpretación que le doy a este hecho es sencilla: “No hay futuro”. Revistas “pulp” y escritos de este género están vetados, ya no se puede soñar, la esperanza ha sido reducida a la nada y se refleja en esta prohibición. Desde su origen la ciencia ficción nos proyecta hacia un mejor futuro, dice que todo puede ser mejor y ahora…

Como suele ocurrir, la ficción supera a la realidad y los planteamientos de este libro, publicado en 1968, tienen gran vigencia. Podemos ver cada caza recompensas en un “minuteman”, inmigrantes asesinados en cada “andrillo” retirado. Total pérdida de la esperanza y la solución fácil a todos los problemas.

La tecnología no ha alanzado los niveles descritos en el libro, pero si deja claro que existe ya una “deshumanización”. Si nos fijamos bien, nosotros mismos actuamos como robots. Vamos en automático por la vida. Expresamos emociones pero no somos plenamente concientes de la repercusión de nuestros actos y palabras.

Vamos en la calle matando, simbólicamente, a todos los que piensan diferente, a los que se rebelan contra el sistema o, mejor dicho, no se compran la mierda de las personas. Así funcionamos: “Yo compro tu mierda, tu compras la mía y vivimos engañados”. Preferimos dar excusas estúpidas que, sencillamente, responder: “No quiero”.

Buscamos a la oveja eléctrica. La más cara y bonita, la más fácil de conseguir. Nos engañamos, porque no sabemos distinguir lo auténtico de la imitación burda. El amor no se salva, buscamos la satisfacción en la pareja y no entendemos, o negamos, que el amor no es como nosotros lo damos. Buscamos las cosas en el cielo y las tenemos en la nariz.

Breve historia de la música mexicana...


Este intento de escribir un ensayo de la música en México puede resultar en dos cosas: pretensión o estupidez. Así pues, después de haber hecho la aclaración pertinente, haré el intento de satisfacer la sed de conocimiento del lector, así como mi deseo de realzar mi orgullo.

Es más, debo hacer otra aclaración, probablemente estas cinco cuartillas no bastarán para contar la historia de la música o sus raíces. Ni siquiera lograré nombrar a todos los músicos que aquí debieran ser mencionados. Verán, mi conocimiento de autores e intérpretes mexicanos es escaso. Sin embargo, como dije al principio, haré el intento guiándome por las palabras de Miguel de Montaigne: “Un ensayo puede ser tan largo y profundo como uno decida”.

Imagino que todo comenzó con un simio, de rasgos humanoides, que quiso imitar el ritmo de su corazón golpeando un tronco hueco o una piedra. La escritura llegaría miles de años más tarde, pero mientras ya existían rituales con danzas. Ritmos sencillos hechos con instrumentos rudimentarios con la intención plena de rendir tributo al fuego, la lluvia y demás fenómenos atmosféricos que pudieran ser adorados.

Muchos años después, con la aparición de las primeras civilizaciones mesoamericanas, aquí en México, como la olmeca y zapoteca, la forma de hacer música cambió, no así su finalidad adoratoria. Los instrumentos musicales de esos tiempos eran elaborados con materiales provenientes del entorno. Incluso dependían de las habilidades desarrolladas por cada cultura como la orfebrería, la talla, cacería, etcétera.

Por lo tanto, tenemos tambores hechos con pieles caracolas marinas como instrumentos de aliento, caparazones de armadillos, de tortuga y troncos huecos para las percusiones, e incluso uno que otro címbalo hecho de oro por los mayas con fines religiosos ¿Quién no recuerda la leyenda de aquél enano verde que golpeó uno de ellos, destruyendo la ciudad de Uxmal para reconstruirla después?

Nota: No debemos olvidar el instrumento musical llamado “cuerpo humano”, que contiene caja de resonancia, cuerdas (vocales), sonidos y algunos instrumentos de viento…

En fin, retomando nuestro desglose cronológico (más divertido que educativo, espero), los antiguos pobladores de México usaban la música como forma de adoración a la infinidad de dioses existentes. Sería extraño rezarle a Ixchel por el amor, o a Tláloc para que fuera benevolente con nosotros en temporada de huracanes.

Mediodía del 12 de octubre de 1492. Un mozalbete de nombre Martín Pinzón grita: “Tierra a la vista”. Desde ese día, todo lo que se conocía habría de cambiar, entre esas cosas; la música.

Imaginemos ahora que un tal Juanelo Pérez, para mitigar la desesperación, hartazgo y aburrimiento que conllevaba un viaje de meses en barco, llevo consigo un violín. Seguramente en las noches tranquilas de la travesía, abordo de La Pinta, Juanelo interpretaba las más melancólicas pero esperanzadoras tonadas y la tripulación organizaba tremendas bacanales, sin mujeres. Seguramente, el violín era acompañado por otros instrumentos, improvisados o no, en manos de sus compañeros.

Después de este dato anecdótico-supuesto, podemos pensar como llegaron a México los instrumentos musicales europeos. Violines, guitarras, cellos, cornos, fagots y flautas (que ya existían aquí, pero hechas de cañas o carrizos). Pianos, clavicordios, órganos y demás instrumentos que hacían las delicias de las cortes europeas.

Pasaron casi 30 años desde el descubrimiento de América hasta la caída del imperio mexica. La Nueva España surgía de las cenizas de una antigua civilización, nacieron nuevas clases sociales, basadas en un sistema de castas y apareció también el primer mestizaje de la música mexicana.

Es aquí donde la importancia de la colonización española toma un poco de sentido (musicalmente hablando), pues los esclavos negros y la invasión, hace años, de árabes en la Madre Patria enriquecieron el intercambio cultural. Cabe destacar que la guitarra es de origen andaluz, región que se caracterizó por ser el centro de la población árabe en España. ¡Jolines¡

Géneros musicales que son considerados netamente mexicanos, son en realidad fruto del mestizaje e interpretación de ritmos de otras latitudes del planeta. Los sones, huapangos, jarabes y danzones entre otros retoman percusiones africanas, cadencias propias de España y la lírica nacional para crear una identidad musical propia.

Un poco después llega a México la influencia europea de la corriente barroca. Italianos y alemanes, uno de ellos Antonio Vivaldi, componen obras muy adornadas, compases cortos y rápidos. Llenan el ambiente florituras musicales que son la moda. Los virreyes no dejarían pasar por alto tales menesteres.

En los próximos años, las guerras de independencia, intervención, reforma, etcétera, hacen y deshacen el país. Personalmente destaco aquí la composición del Himno Nacional, escrito por Francisco González Bocanegra y Jaime Nunó Roca (este último originario de España), bajo el encargo de Su Alteza Serenísima, Antonio López de Santa Ana. Ellos, Bocanegra y Nunó, componen el más bello himno que nación alguna podría tener, sólo superado por La Marsellesa, himno nacional francés. Claro está que nadie sabe a ciencia cierta bajo que parámetros fue hecha esta clasificación.

Después de las últimas escaramuzas de la Reforma, un indio oaxaqueño de piel morena y rasgos zapotecas llega al poder. Don Porfirio Díaz impone una dictadura que dura más de 30 años. Bajo su mandato se busca tener un progreso basado en la imitación de las sociedades europeas, desde la arquitectura hasta la literatura, pasando por la música de aquél entonces. Tiene tal importancia la “chanson français”, que sienta las bases de la balada en nuestro país.

Sin embargo, mientras villistas, carracintas, zapatistas, maderistas, constitucionalistas, y demás “istas” que ya cayeron en el olvido, pelean por la silla presidencial, una nueva corriente, esta sí más mexicana, toma fuerza. Es en esa época revolucionaria que el corrido nace, aunque lo correcto sería renovarse, entre los soldados.

La Adelita y La Rielera son los clásicos ejemplos del corrido. Dejar a la mujer amada por ir a luchar, y seguramente morir, hazañas militares, el engaño de la pareja y el dolor de la tierra de origen son los principales temas. Es más, podríamos decir que el corrido goza del ambiente romántico y bucólico de antaño, aunque por otra parte bien podría ser la moderna “juglaría” mexicana.

Terminada la revolución, en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, el nacionalismo que se vive en todo el país a causa de la expropiación petrolera, llega más allá. En esta temporada, se escriben incontables conciertos para orquesta, donde podemos percibir la influencia de nuestros antepasados.

Silvestre Revueltas, hermano de José del mismo apellido, escribe: Sensemayá. José Pablo Moncayo hace lo propio con su famoso Huapango y Sinfonietta, obra menos conocida. Blas Galindo y su inolvidable Sones de Mariachi, así como el conocido Carlos Chávez que también le entra a los golpes con la clásica Sinfonía India. Uno menos conocido pero igualmente prolijo; Miguel Bernal Jiménez con su Concertino para órgano y orquesta. Todos ellos hijos de la Revolución.

Las obras anteriores, evocan imágenes de un México en progreso que no deja atrás sus raíces, por el contrario, se siente orgulloso de ellas. Recomiendo un video o presentación de los grandes muralistas mexicanas con cualquiera, o todas, de las obras mencionadas. Efectos increíbles e inspiradores.

Unos años después, la canción ranchera, hija del corrido, alcanza reconocimiento gracias a la época de oro del cine mexicano. Es imposible no pensar en el hijo prodigo de Guamuchil, Pedro Infante, o en Jorge Negrete, entre los más míticos personajes que nos mostraron como debe ser un hombre: bebedor, mujeriego, valiente, macho y peleonero, además de tener excelente voz. ¡Ajuá!

Casi en la misma línea temporal; Agustín Lara, Los Tres Ases, Los Panchos, entre muchos más, eran los reyes del bolero. Grandiosas letras de amor y desamor. Plasman a la perfección los sentimientos de millones de personas, tanto así, que no han perdido vigencia. No por nada el “Flaco de Oro” es tan admirado y querido.

Haré un pequeño espacio para hablar del bolero. Visceral y apasionado, nos hace sentir el enamoramiento más profundo e idealista. El más puro sentimiento surgido de la complicidad de un hombre y una mujer, pero hay que tener cuidado, pues el amor también se convierte en el arma asesina, o verdugo, del hombre.

El bolero acompaña esas noches de soledad en las que no puedes dormir. Va contigo mientras caminas con la melancolía a cuestas. Está ahí, de fondo musical, cuando tienes esa terrible incertidumbre que ha generado tu ser. Es el condimento perfecto para ese bocado de comida que no deseas probar. El bolero es la frustración de querer morir y no lograrlo.

Después del breviario cultural (y proyectivo), continuemos con lo nuestro.

Años cincuenta. Elvis “La Pelvis” genera gritos desenfrenados en las adolescentes y golpes de pecho en sus madres. Era cuestión de tiempo antes de que la fusión del jazz, blues y gospel americanos llegara a nuestro país. En México los primeros expositores del género solamente son émulos del cuarteto de Liverpool ¿Frase hecha o lugar común? Los Teen Tops, Los Locos del Ritmo y otros más de quien nadie se acuerda, dieron las primeras estrellas del rock. Angélica María, César Costa y Alberto Vázquez cayeron en el juego del rock, jejeje.

También habrían de llegar a México otras influencias británicas, el rock progresivo, agresivo y psicodélico atiborrado de guitarras de sonido filoso. Deep Purple, Pink Floyd, Led Zeppelín y The Who fueron las influencias de la época. Es tiempo también de Janis Joplin, Jimi Hendrix y Jim Morrison, músicos legendarios del grupo de los 27 (Rockstars muertos a los 27 años).

Sus discípulos, o mejor dicho sus seguidores, estuvieron presentes en aquél festival de Avándaro que muchas personas de 40, o más, años recuerdan. Xavier Bátiz, Carlos Santana fueron los favoritos de miles de jóvenes hartos de las imposiciones sociales y del Estado. Otro grupo ahí presente que merece una mención aparte es el Three Souls In My Mind, ahora conocido como “El Tri”. Ellos fueron los precursores de un nuevo subgénero que sigue hasta ahora: el rock urbano.

Este vástago del rock trajo consigo un estereotipo de la juventud de los suburbios (alrededores de la ciudad) sólo comparable con los punks de Inglaterra. Chicos con jeans rotos, chamarras negras y peinados estrafalarios. Están inconformes con el sistema pero no se esfuerzan por cambiarlo. Ahí tenemos la doble moral; alzan la voz para ser escuchados, pero realmente no lo desean.

Canciones de contenido social que surgen de y para la población de la zona conurbada del DF. El Haragán y Cía., Charlie Montana, Graffiti X y Sur 16 son tan sólo una pequeña muestra de ellos. Retoman las historias de la calle; asesinatos, drogadicción, embarazos prematuros, todo lo que forma parte de su realidad. Por ende, es más crudo y violento, lo que dificulta la aceptación en otros círculos sociales.

Como sabemos, actualmente todo es mercadotecnia. Se crea un grupo para satisfacer las necesidades del mercado al que va dirigido. La segmentación ha elaborado arquetipos a tal grado, que con sólo una mirada podemos deducir las preferencias musicales de cualquier persona. Los subgéneros han evolucionado para formar subculturas, y como en un ecosistema coexisten aunque no siempre de forma pacífica.

Tenemos por ejemplo a punketos, darketos, skatos, psiqueros, rockeros, fresas o freskys, hip hoperos. Grupos ya definidos en gustos, ideas, metas, sueños, aficiones e incluso un lenguaje propio. Todo eso me recuerda al sistema de castas de la Colonia.

Pero regresando a lo musical, a finales de los años ochenta y principios de los noventa surge una oleada de grupos de habla hispana que dieron una vuelta de tuerca a la música en nuestro país. Caifanes, Maná y Enanitos Verdes (Estos últimos de Argentina) abrieron brecha para la internacionalización de la música en español. Aunque ahora su talento esté en tela de jucio. Después, a mediados de los noventa, nuevos sonidos atiborraron los equipos de sonido de la “generación meX”.

Del otro lado del Río Bravo, el “grunge” mostraba la decadencia y falta de esperanza, lo cual vendría siendo el posmodernismo musical: “El futuro es incierto y la esperanza no existe”. Nirvana, Soundgarden y Pearl Jam representaban a esos jóvenes hijos de los idealistas hippies que enfrentaban la falta de interés, crisis, guerras, el inicio de la globalización. En pocas palabras; la falta de identidad.

En nuestro país surgieron grupos como La Lupita, La Castañeda, Café Tacaba y La Maldita Vecindad, a quienes por clasificar, lo haría dentro de: “neo nacionalismo urbano”. Este pseudo movimiento (llamado así por mi pedantería), se caracterizó por tratar de reafirmar la identidad del mexicano de clase media en base a su quehacer diario.

Luego, a finales del siglo pasado, surge el Montepop, corriente que pretende seguir los pasos del britpop. Letras llenas de tristeza, acordes melancólicos y una eterna sombra fatal en cada canción. Curiosamente, al mismo, también dejan una luz de esperanza en cada mal momento de la vida. La Gusana Ciega, Zurdok y Jumbo son los máximos exponentes.

E el último lustro, la música mexicana intenta proponer tendencias. El uso de sintetizadores y cajas de sonido es más presente, sin embargo, aún no puede desligarse de las tendencias mundiales que la globalización ha impuesto, y peor, hemos aceptado.

Para finalizar, en México no existe una identidad musical propia dentro del mainstream, aunque sí en lo más profundo de la sociedad. Uno de los efectos de dicha afirmación es que en el país cualquier artista puede triunfar. ¿Cuántos artistas extranjeros no han hecho su carrera aquí? Muchísimos. A decir verdad, no creo que haya existido una tendencia, o corriente, musical más prolífica e independiente de las modas que el nacionalismo.

No es cuestión de inventiva, es de asumir y, ¿por qué no?, consumir música mexicana. No podemos quedarnos solamente con los mariachis o con las bandas como exponentes internacionales. Ir más allá adoptando y reinventando propuestas viables con elementos netamente mexicanos. No pido detener el tiempo en el país. Sólo pido ver hacia el futuro sin olvidar los elementos que nos hacen mexicanos.

Espero que la lectura haya sido edificante, o por lo menos resulte tan divertida leerla como escribirla.

Jazz y Pop, extraña fusión.


Es terrible. Varios géneros musicales están cayendo de mi gracia y el rock, grande entre los grandes, es uno de ellos. Nada nuevo, fórmulas ya probadas hasta el cansancio y, en el caso de México vamos mucho peor. Incluso muchas personas coinciden en que, si tienes una banda, este es el momento para sacar tu demo. Tristemente veo que no es necesario tener talento, basta con tener una imagen medianamente aceptable y canciones que hablen del amor al punto de prostituirlo. Por eso odio el dizque “happy punk”.

Así que, estando perdido en un mar de poco ingenio y pretenciosos, encontré refugio en el jazz. Entre tantos nombres virtuosos y legendarios apareció uno poco conocido pero con el potencial suficiente para ser recordado: Jamie Cullum.

Este autodidacta del piano nació el 20 de agosto de 1979, en Essex, Inglaterra. Hijo de una secretaria birmanesa, que migró después de la descolonización, y de un oficinista inglés especializado en finanzas Jamie siempre vio a su abuela materna Omi, judía refugiada que cantaba en clubes nocturnos, como su mayor influencia. En 1999, justo cuando tenía 20 años, edita su primer LP Heard it all before del cual sólo se distribuyen 600 copias. Ahora, ese disco es considerado una “rareza” por la cual se han pagado hasta 600 libras esterlinas (12 mil pesos aproximadamente) en eBay.com

También conocido como “Sinatra in sneakers” (“Sinatra en tenis”), Jaime Cullum ha dado un giro al jazz fusionándolo con el pop y reinventando clásicos como Everlasting love, I´ve got you under my skin, Old devil moon y Frontin´. O transportando del rock al jazz canciones como High and dry de Radiohead o Wind cries Mary, original de Jimi Hendrix.

Cullum no sólo hace covers, también compone. Carrera, amor, desamor y la crisis existencial de los “veintitantos” que a todos nos llega. Es capaz de reflejar esos sentimientos en canciones como All at sea que fue inspirada en un largo crucero por el mar después de terminar una relación amorosa. ¿Quién diablos no quiere desaparecer por un tiempo cuando “rompes”? O, como dije antes, los conflictos generacionales descritos en Twentysomething, memorias de la niñez que creías no tener en Photograph y lo mejor de todo, sin absurdos clichés.

Después de siete años de carrera, el énfant terrible visitará nuestro país para ofrecer un concierto que pinta para ser memorable. Él será una de las cartas fuertes de la segunda edición del Festival de Jazz de la Ciudad de México que pretende rivalizar con el de Montreal, Canadá. Algo bastante difícil si, me lo permiten decir.


Discografía de Jaime Cullum:

  • Heard it all before (1999)
  • Pointless nostalgic (2002)
  • Twentysomething (2003)
  • Catching tales (2005)

Los rudos, los rudos, los rudos…

Quizá sólo esta vez, y si funciona lo repetiré, escribiré de otros géneros musicales, ajenos al Rock. Esto se debe no a que haya decidido ser rebelde (entiéndase fresa), ni mucho menos a que me he “ablandado” por el amor, aunque doy gracias de que ella llegó a mi vida. Todo esto lo hago para no encasillarme y mostrar mi otro lado, uno nada rockero, digamos el lado brillante de la Luna.

Me enfocaré en estos personajes porque son, de alguna forma, poco conocidos entre personas de nuestra edad y si embargo, son músicos en toda la extensión y posibles interpretaciones, que se puedan tener, de la palabra. Así pues, les presento a la AAA (triple A).

· Detrás del jardín y bajo la Luna…

Nacido el 4 de octubre de 1953, teutón de nacimiento e hijo de uno de los mejores organistas europeos, Andreas Vollenweider creció en un rico ambiente artístico. Desde niño buscó “su instrumento” musical, habiendo aprendido a interpretar varios de ellos, se decidió finalmente por el arpa, la cual adaptó según sus necesidades e inventó una técnica para tocarla.

Su primer disco Eine art suite (1979) y producciones posteriores como Pace Verde, así como el disco ganador del Grammy, Down to the moon (1987) lo han hecho uno de los mejores músicos alemanes. Además es una de las figuras que impulsó la comercialización del “New Age”, género que domina a la perfección.

Andreas tiene la capacidad de crear una ambientación musical sorprendente. Suaves y emotivas son las notas que surgen del rasgueo de cada una de las notas de su arpa, y son capaces de transportarnos a tierras fantásticas donde habitan elfos tolkienianos y hadas.

Melodías discretas que nos ponen a danzar con el león o muy probablemente a descubrir al dragón que tiene su morada en la caverna mágica. Algunas recomendaciones discográficas, a título personal son:

- White winds

- Dancing with the lion

- Book of roses

- Kryptos

- Down to the moon

· De mujeres en trajes de baño…

Ideal para una sobremesa, una cena romántica, un coctel sofisticado o cualquier momento en que la tranquilidad y la alegría se reúnan, la “Bossa Nova” no debe faltar. Nacido el 25 de enero de 1927 en Rio de Janeiro, Antonio Carlos Jobim comenzó con clases de piano a los 14 años. A los 20 abandonó la carrera de arquitectura por su pasión: la música.

En 1952 se casó con Thereza Hermanny, y al parecer esto le trajo suerte, ya que en 1954 editó su primer disco con Bill Farr como vocalista del grupo “Tom y su banda”. Jobim, también conocido como el Gershwin brasileño, alcanzó notoriedad al ser uno de los pilares de la “Bossa Nova”, fusionando ritmos brasileños como la “Samba”, de origen africano, con el sentimiento triste y melancólico del jazz americano.

Creador del clásico Garota de Ipanema a lado de otros grandes del género como Joao y Astrud Gilberto y Stan Getz, con quienes colaboró en varias ocasiones posteriores. Mención aparte merece su participación a lado de Elis Regina, quien a mi parecer posee una de las voces más dulces y tranquilas, con algunos discos y canciones significativas como: Aguas de março, Você, Corcovado, entre otras.

Tom, como le llamaban sus amigos, murió el 8 de diciembre de 1994 en Nueva York, EUA, a lo que le siguieron varios tributos. Sin embargo la Bossa Nova seguirá y a Jobim se le recordará por la influencia que tuvo en el jazz mundial. Será recordado por Corcovado, Samba de uma nota so y no sólo por el aeropuerto internacional que Lleva su nombre.

Para enamorarse de él­: “Antonio Carlos Jobim: Composer”

· De lo apasionado y lo romántico…

Seguimos en el continente americano, pero ahora en Argentina. País famoso por las Malvinas, sus mujeres y hombres, cortes de carne, así como los vinos mendocinos, también es la cuna de Astor Piazzolla el enfant tèrrible del bandoneón.

Hecho famoso por Carlos Gardel, el Tango es la conjugación máxima de la pasión y el romanticismo. Como en los casos anteriores Piazzolla redefinió el género, con lo cual consiguió ser el enemigo número uno de los puristas de la milonga. Muestra de esto es el “Quinteto Nuevo Tango” el cual se conformaba por: bandoneón, violín, contrabajo, piano y, sorprendentemente, por una guitarra eléctrica.

Nacido en Mar de Plata, Argentina el 11 de marzo de 1921, él mismo llamó a su música como: “Música contemporánea de Buenos Aires”. A mediados de los años 50, Astor se va a París, esperanzado con incursionar en los terrenos de la, mal llamada, música clásica. Ahí fue alumno de Nadia Boulanger (Compositora y directora de orquesta francesa por esos tiempos).

Piazzolla, el transgresor de cánones musicales, murió el 4 de julio de 1992 en Buenos Aires. Sin embargo, tenemos la certeza de que su música siempre existirá donde haya un hombre y una mujer dispuestos a amarse, apasionada y románticamente. Más que discos, sus tangos recomendados son: Balada para un loco, Milonga del ángel, Adiós nonino entre muchas más.

Esta es la AAA, por mi sugerida. Para cualquier duda, queja, sugerencia y propuestas musicales, e indecorosas, escriban a maximus.judas@gmail.com

Cuando el placer se convierte en arte…


En un platón extender los filetes de salmón. Picar finamente cebolla, alcaparras, un diente de ajo y un par de aceitunas. Esparcir sobre el salmón uniformemente. En un tazón pequeño exprimir dos limones y agregar tres cucharadas de aceite de olivo, menta, sal y pimienta al gusto. Agitar. Baña los filetes con el aderezo y deja reposar antes de servir. Acompaña con vino blanco alemán.

Cocinar es, seguramente, uno de los verbos más encantadores que existen. No sólo implica satisfacer una necesidad alimenticia, es agasajar los cinco sentidos y combinar adecuadamente los ingredientes. Es crear una obra única e irrepetible y, refiriéndonos a Walter Benjamin, otorgarle el “Aura” haciendo cada platillo distinto.

Deja hervir dos litros de agua con sal, dos dientes de ajo y unas hojas de laurel. Aparte, en un sartén con aceite de oliva, freír cebolla finamente picada. Cuando el agua comience a hervir, agregar la pasta (spaguetti) y dejar cocer por ocho minutos, aproximadamente. Cuando la pasta esté al dente (esto es suave por fuera y firme por dentro), retirar del fuego, escurrir y remojar con agua fría para detener la cocción.

Regresando al sartén; agregar 200 gramos de carne molida de cerdo y dejar que se sofría un poco. Quitar piel y semillas a cuatro jitomates y agregar. Salpimentar al gusto, espolvorear un poco de eneldo y un chorro de vino tinto (al gusto, aunque lo recomendable es una copa para el cocinero…). Dejar que se deshaga la pulpa de jitomate y se integre, perfectamente, con los demás ingredientes. Servir con albahaca y queso parmesano.

Dar es otro verbo existente en el laboratorio culinario. Es poner tu corazón y alma en picar una cebolla, en batir una salsa y hornear un pastel, para entregar algo de ti. Cuando cocinas, lo que haces es compartir con la única gratificación de ver gozar a las personas que queremos.

Pimienta, nuez moscada, canela y albahaca son aromas que nos remiten a pasajes de nuestra vida. La música correcta, la bebida adecuada, los olores y sabores indicados en el momento preciso pueden ser el preludio para esa noche romántica. Un suave y sutil postre tiene el poder de enamorar a la persona de tus sueños.

Desinfectar y limpiar medio kilogramo de fresas. Marinar con media taza de azúcar y tres cucharadas de vinagre balsámico (de preferencia un día antes de su consumo, así la fresa soltará todo su jugo). Antes de servir, batir tres claras de huevo mientras están a baño maría y retirar cuando alcancen el punto de turrón. Mezclar de forma envolvente (procurando conservar el aire en el batido) y a comer.

Tal es el encanto y magia detrás de la alquimia moderna; crear un lazo invisible entre quien cocina y quien disfruta; cocinar es un arte, pues a final de cuentas tiene como objetivo alimentar el alma. A comer y a gozar, que el mundo se va a acabar. Que así sea…

Jan 2, 2007

Nice guys finish last!

En la actualidad existen pocas bandas con más de quince años de carrera si haber cambiado de integrantes. Menos aún, son aquellos grupos que han madurado el contenido de sus canciones al mismo tiempo que crecen sus seguidores. Existe una banda que, además, conserva su sonido irreverente y contundente: Green Day.

La historia de Green Day inicia en California, Estados Unidos en 1989. Billy Joe Armstrong, Mike Dirnt y Tré Cool apenas llegan a los dieciséis años cuando lanzan su primer disco: 1,000 hours. Sin embargo, es hasta 1994 cuando alcanzan el éxito con Dookie.

En 1994 muere Kurt Cobain y con él, la imagen representativa del grunge. Sin embargo Green Day lleva la ideología de la Generación X a otro género musical: El happy punk. Prueba de ello son algunos temas de Dookie como: Basket case, Longview y She, que identifican la problemática de los veinteañeros: falta de identidad, drogas, sexo y pesimismo generalizado en la sociedad. En fin, posmodernismo puro.

En 1995, Billy Joe y compañía regresan con Insomniac, un disco bajo la misma línea: drogas y excesos. Sin embargo sobresale Brainstew, dedicada a los desvelos y cansancios de la recién estrenada paternidad de Billy Joe, así como JAR (Jason Andrew Relva) dedicada a un amigo de la banda que falleciera en un accidente automovilístico.

Para 1997, el trío californiano sorprende a la crítica especializada con el lanzamiento de Nimrod. Después de nueve años de carrera, Green Day sigue apelando a los jóvenes y su estilo de vida. El más puro reflejo del “american way of life”, incluyendo su lado oscuro. De este lado sobresalen canciones como: Nice guys finish last, Hitchin´ a ride y Good ridance (Time of your life) reflejando la vida rutinaria, el aspiracionismo y las falsas salidas que suelen tomar los adolescentes.

“Salubridad, fecha de caducidad. Hey, cuestiona todo o cállate y se la víctima de la autoridad” frase representativa de Warning, incluida en el disco del mismo nombre editado en el 2000. Si bien Warning no consiguió ser un éxito de ventas, es parteaguas en la carrera de Green Day. Regresan con una actitud renovada y dispuesta a enfrentar el sistema bajo el grito: “Quiero ser la minoría”.

El consumismo, la globalización, la pérdida de individualidad y la trivialización de los sentimientos se reflejan en algunos tracks como: Warning, Minority, Macy´s day parade y Waiting.

Después del once de septiembre nada sería igual, Green Day lo demuestra con American idiot, editado en 2004, dos años después de International Superhits un disco recopilatorio, donde incluyeron dos canciones Maria y Poprocks and coke.

Tres años después de los atentados y la elección de George W. Bush. American idiot destaca por sus letras cargadas de referencias políticas y cuestionamientos en contra del régimen republicano encabezado por George W. Bush. Una nueva forma de protesta se hace patente: ridiculizar a los medios haciendo uso de ellos.

“No quiero ser un americano idiota de una nación controlada por los medios. La edad de la histeria informativa pronto idiotizará a América”.

Ya dejaron de ser junkies rebeldes e inconformes, pero tienen su energía. Ya tienen más de 30 años y siguen siendo irreverentes, provocadores y contundentes. Ahora son concientes de su momento histórico y político y eso es suficiente argumento.