Mar 31, 2007

Un cuento!


Este es un cuento escrito por un colega periodista, espero que les guste tanto como a mí y sí, Robert Johnson es uno de mis músicos favoritos! Aquí esta:

The Bluesman

por César Martínez

Hay muchas maneras de adquirir la inmortalidad, y cuando alguien la desea hasta lo patológico es capaz de seguir la más vieja de las leyendas vudús, sobre todo si eres negro y naciste en una época en la que serlo es sinónimo de trabajar, con la pobreza sobre el lomo, en las plantaciones de algodón.

El camino es polvoso y apenas es iluminado por un menguante de la luz lunática, reprimida por la densa oscuridad que no deja ver más allá de tres metros alrededor de quien camina. Sin embargo parece que la bluenote –que resuena en cada punzada de su sangre, eso que le exprime hasta la última alegría a su mohína herencia esclavizada– le mostrara de un sólo vistazo el destino.

Su voz no es la más prodigiosa. Sus dedos torpes no coordinan en las seis cuerdas con la maestría deseada. Su alma es como el humo del cigarro que se fuma: sin forma, sin tiempo, sin dueño. Pero todo está por cambiar.

«Ya verás, Johnny, mi nombre se recordará por siempre en la historia del Blues.» Le dijo apenas unos días atrás mientras Johonny lo miraba raspar con tenacidad aquel mismo riff que desde hace dos semanas intenta sacar y no le sale. «Soplas bien la armónica, muchacho, pero para guitarrista realmente te hace falta mucho.» Lo único que su amigo intentaba era evitarle una vida terrible, llena de decepciones, frustrada, mediocre y jodida, porque nadie le auguraba nada mejor si seguía aferrado a ese pueril sueño.

Pero cómo librarse de eso que te dice ve, continua, haz lo tuyo, sé libre, que ninguna cadena ate tu garganta, podrán limitar tus movimientos, pero tus raíces y tu voz no la callan, canta, canta tu tristeza que en ella hay más vida que en sus órdenes y sus látigos, canta en la postrimería, es decir desde que naces, porque cada año puede ser el último, sobre todo para nosotros los negros; cómo liberarse de todo esto después de haber oído a Willie Brown, Charlie Patton, a Son House.

Camina seguro, como si el color de su piel lo hermanara con la noche, como si la propia galaxia fuera él mismo que se desborda omnímodo en busca de la eternidad. Con cada paso que da, la tierra del camino se levanta, pero el viento que borra su huella anterior también se lleva el polvo lejos de él, de modo que no se ensucia. Desde ahora la mugre no lo volverá a tocar, es un regalo que aquél le hace por adelantado. En el futuro le preguntarán: «¿Cómo le haces? Caminamos los tramos más polvosos, subimos a los trenes más nauseabundos, sudamos hasta empapar las camisas, todos quedamos sucios como puercos y sin embargo jamás te ensucias. ¿Cómo le haces? Nunca te he visto asearte. ¿Por qué demonios no te ensucias?” Y él sólo sonreirá, claro que será una sonrisa maligna, sardónica.

Está decidido, ni un segundo duda, jamás piensa en regresar. En la diestra lleva su guitarra, nada espectacular, sólo lo necesario; en la mano siniestra lleva el cigarro de la soledad, fumándolo con pertinacia. Armónica en la bolsa derecha del pantalón. La palabra lista como un fusil. No tiene ni la más mínima idea de lo que le acontecerá. Sabe la leyenda, sí, pero hasta ahí. «¿Cómo será, tendrá cuernos y cola, o tal vez sea un enano, un troglodita, un perro?» Enciende otro cigarrillo con el pucho del anterior.

Por fin ve su destino, allá enfrente está, el cruce de la 61 con la 49, aunque igual pudieron ser la 33 y la 25, los números son prescindibles, lo realmente indispensable es que sea un cruce de caminos. «Y asegúrate de estar ahí antes de la media noche, entonces aquél vendrá.» Ahora se recarga en el poste del anuncio que siempre encuentras en los cruces de caminos, coloca el cigarro entre las cuerdas para poder tocar un poco. Antes hecha un vistazo en derredor: «No hay nadie, soy un idiota por creer en estas cosas».

Si de por sí no era un gran guitarrista con los dedos entumidos mucho menos. Tocó un poco, apenas dos canciones y cuando estaba en el punto más íntimo, ensimismado, ajeno a cualquier ruido que no fuera el de la guitarra, una voz rompió su burbuja: «¡Hey! ¡Robert!» Las palabras se camuflajeaban con la noche, igual de glaciales. No supo para donde voltear, es más, ni si quiera estaba seguro de querer alzar la mirada. «¡Te hablo, muchacho!». Cuando por fin se decidió miró a un hombre alto, robusto, negro. Vestía traje oscuro, camisa blanca con tirantes y cubría sus ojos con gafas oscuras. Su cabello estaba casi al ras. Todo él era muy grande, de rasgos gruesos, labios carnosos, belfo.

–Te gusta la música ¿eh? ¿Qué estás tocando?

Robert no pudo contestar, estaba aterrorizado. ¿De dónde diablos había salido este hombre? La noche intensificaba los sonidos de manera que hasta se podía escuchar el chasquido de un ratón como a cinco metros de distancia, y sin embargo no advirtió la llegada de quien ahora le decía:

–¿Qué te pasa? ¿Mis palabras te han congelado el alma?

–¿Quién eres tú? –pudo contestar con voz trémula.

–¿Que quién soy? Vamos, no estás aquí por pura casualidad. Dime, exactamente qué es lo que has venido a buscar.

De pronto una tranquilidad muy profunda invadió el cuerpo de Robert, y el tipo que tenía frente a sí le dio tanta confianza que el terror terminó por invadirlo. El frío bajando hasta sus pies. Los bellos erizados. Y su boca moviéndose inconcientemente:

–Quiero… la inmortalidad.

–¡Vaya! Pero si no pides nadas. La mayoría se conforma con poder componer una canción, pero tú quieres ¡la inmortalidad! Lamentablemente esa época ya pasó, ahora todos los hombres deben morir. Lo siento, no te puedo complacer en eso.

–No me interesa vivir mil años en este mundo. Lo que yo deseo es la inmortalidad a través de mi música.

–Pero si tú eres un asco como músico –el hombre se regocijaba viendo la cara lacerada de Robert al oír este tipo de comentarios.

–Ya lo sé, no me lo tienes que repetir –le dijo con rencor–. Precisamente por eso he venido aquí: quiero que me conviertas en el mejor Bluesman de la historia, toda una leyenda, por los siglos de los siglos; es así como quiero la inmortalidad.

–Interesante. Pero dime, ¿yo qué gano?

–¿Qué quieres?

–¿Qué me ofreces?

–Mi alma.

El belfo no pudo reprimir su carcajada. Luego de calmarse un poco continuó:

–Has oído muchas leyendas sobre mí, muchacho. En algunos casos me conformaría con tu alma, pero ¿sabes una cosa? estoy hastiado de almas, además cuando hago este tipo de tratos resulta que nadie me toma en cuanta, nadie se entera que fui yo el creador.

–Entonces qué pides.

–Tu alma, tu vida y tu reputación. Cuando mueras tu alma me pertenecerá y no al otro idiota, esto en primer lugar. Pero como pides un talento sobresaliente a tu época, no vivirás más de veintisiete años…

–¡Qué! ¿Tan pocos años? ¿Por qué?

–Porque quiero y punto, a ti no te interesan mis razones. Por último: todos sabrán que has venido a verme y que es así como obtuviste tu talento, sabrán que eras tan torpe que no dudaste en vender tu alma. Qué me dices.

–Si sólo voy a vivir hasta los veintisiete debo agregar unas peticiones más. Quiero escanciar los mejores vinos, acostarme con las más bellas mujeres y fumar los mejores tabacos.

–No es problema para mí.

–Entonces trato hecho. Sólo una pregunta más. ¿Cómo voy a morir?

–No lo sé aun, algo se me ocurrirá.

–¿Puedo sugerir que sea con whisky? Me encantaría llevarme ese sabor en la boca.

–Está bien, lo tomaré en cuenta –contestó un poco fastidiado–. Ahora vete.

–Y cómo sé que cumplirás tu trato –dijo Robert con suma desconfianza.

–Muy bien, si quieres una prueba –bajó sus anteojos hasta la punta de su nariz chata– mírame –se inclinó de modo que Robert pudo ver sus cristalinos ojos negros. Inmediatamente sintió una punzada–. Esa catarata en tu ojo izquierdo es mi sello. Ahora me perteneces.

Ambos dieron media vuelta, totalmente complacidos, y jamás se volvieron a encontrar, al menos no en este mundo.

1 comment:

"Josef" Núñez said...

Estimado amigo... no nos quite el privilegio de seguir leyendo de los más recientes frutos del furor de su inspiración (Umberto Eco, dixit)... Un Abrazo y gracias por tu referencia en mi Hi5